–by Paul Fleischman (Nov 30, 2018) [English below]
Meditemos cada mañana y cada tarde así tan confiablemente como el Sol
observa el amanecer y el atardecer.
Convivamos en santidad con toda la vida, incluso en la coexistencia con
la gran araña que colgaba de un hilo de su tela
frente de mi espejo del baño esta mañana.
Que todas las plantas y animales sean reconocid@s como nuestros parientes.
Procreemos y poblemos como jardiner@s, conscientes de que la Tierra es un espacio
en el cual l@s niñ@s pueden prosperar
en afecto y atención profunda, plena, hábil.
Que nuestra religión se reduzca a esto: el amor crea amor; el odio crea odio;
la paz crea paz.
Afinemos nuestros cuerpos para vivir saludables, absteniéndonos de comer carne, bebiendo té,
caminando en la naturaleza, corriendo, haciendo yoga, mientras consideramos
en nuestra mentecorazón que las mayores alegrías de la vida
vienen volando hacia nosotr@s durante momentos
de pausa descontrolada y receptiva. Sentémonos.
Que todas las ocasiones sean oportunidades.
Busquemos la palabra correcta, la oración honesta, el poderoso pero
considerado parafraseo.
Hagamos de cada momento y cada interacción un punto de partida para escuchar
y referir, pero dejemos que nuestra perspectiva
desde las inmediaciones se expanda hasta más allá de las constelaciones y años luz. Hay más de cien
mil millones de galaxias con más de cien mil millones de estrellas cada una, y ni siquiera vivimos lo suficiente como para poder contar una vez hasta mil millones.
La perspectiva es un microscopio y un telescopio.
Recordar que este momento es la culminación de la eternidad anterior
desde tiempos sin principio, y que este momento es el
origen de todos los tiempos futuros, sigamos intentando llenar nuestras
cocinas con el olor a pan recién horneado.
Paremos el asalto contra nosotr@s del tribalismo, moralismo y las condenas,
con nuestra irreverencia juguetona y envidiable deleite.
Hablemos con un tono de voz de conversación acerca de la universalidad de
la vida y la universalidad de la muerte, las dos
atributos comunes compartidos por todos los seres vivos.
Entre la marea creciente de demandas y provocaciones, reunámonos entre
nuestr@s amig@s bajo el manto del silencio y la paz.
Acerquémonos a los grandes seres inanimados de este Planeta,
las montañas y los ríos, como maestr@s.
Que nos sorprendan con su asombrosa edad,
la majestuosidad de sus dimensiones, lo sagrado
de la oportunidad de estar viv@ en la Tierra.
Cuidémosles como amig@s personales.
Escuchemos las profundas oraciones pulsantes que cantan sin cesar.
Hagamos peregrinaciones en la compañía de niñ@s de cuatro años a las cascadas.
Paseemos por el bosque en mayo, para saturarnos de la
alegría materna y paterna del canto de las aves. Entremos
en sus bosques como si fueran catedrales.
Que podamos superar nuestros deseos primitivos, para ser cada vez más
vehículos transparentes de amor, alegría, paz y compasión.
Que podamos caminar el camino hacia la liberación completa, la ausencia de odio, de lujuria y
de miedo; y que esta fe en el potencial de
bondad humana (de la cual nosotr@s mism@s
nos desviamos tan a menudo) sigo siendo nuestra única ingenua,
inquebrantable, creencia.
Que tengamos fe en la fecundidad duradera de las semillas que han
brotado de nuestros éxitos propios y pequeños.
Rindamos nuestra vida con calma, dignidad y gratitud por lo que
hemos tenido, y no consternarnos por lo que está falleciendo.
Hasta entonces
que la reverencia sea nuestra guía para convertirnos en ciudadan@s de la nueva era de la Tierra.
Incluso si no dejamos que todas estas cosas pasen, que sucedan de todas formas.
–Paul Fleischman en su poema “Resolución para ciudadan@s de la nueva era de la Tierra”, de su libro Nunca puedes hablar demasiado por amor a todas las cosas. [Foto de Ramnath Chandrasekhar de las Maravillas Escodidas del Bosque]
Let us meditate every morning and evening as reliably as the Sun
observes dawn and dusk.
Let us cohabit in sanctity with all life, even as far as coexisting with
the big spider who was dangling on a thread
in front of my bathroom mirror this morning.
Let all plants and animals be known as our kin.
Let us procreate and populate like gardeners, aware that the Earth is a space
which can be filled, and that children thrive
on deep, sustained, skillful attention and affection.
Let our religion be reduced to this: love creates love; hate creates hate;
peace creates peace.
Let us hone our bodies for health, refraining from meat, drinking tea,
hiking, running, doing yoga, while we
keep in mind that the greatest joys in life
come winging over to us during moments
of uncontrolled, receptive pause. Let’s sit.
Let all occasions be opportunities.
Let us search for the right word, the honest sentence, the powerful but
considerate phrasing.
Let us make every moment and every interaction a source point of listening
and concern, but let our perspective expand
from immediacies to stretch beyond constellations and
light-years. There are more than one hundred
billion galaxies with more than one hundred billion stars each one, and we don’t even live long
enough to be able to ever once count to one billion.
Perspective is a microscope and a telescope.
Remembering that right now is the culmination of previous eternity
from beginningless time, and that right now is the
origin of all future time, let’s keep trying to fill our
kitchens with the smell of fresh baked bread.
Let us parry the assault upon us of tribalism, self-righteousness and conviction,
with our playful irreverence and enviable delight.
Let us speak up in a conversational tone of voice about the universality of
life and the universality of death, the two
common attributes shared by all living things.
Among the surging tides of demands and provocations, let us gather among
our friends under the shawl of silence and peace.
Let us approach the great inanimant beings of this Planet,
the mountains and rivers, as teachers.
Let them strike us with the awe of their age,
the majesty of their dimensions, the sacredness
of the opportunity to be alive on the Earth.
Let us cherish them as personal friends.
Let us listen to the deep pulsing prayers they chant unceasingly.
Let us make pilgrimages in the company of four-year-old children to waterfalls.
Let us wander around the woods in May, to become saturated by the
parental joy of singing birds. Let us enter
their forests like cathedrals.
May we outgrow our primitive desires, and become increasingly
transparent vehicles for love, joy, peace, and
compassion.
May we walk the path towards full liberation, the absence of hate, lust and
fear; and may this faith in the potential for
human goodness (from which we ourselves
deviate so often) remain our one naive,
unshakable, overbelief.
May we have faith in the enduring fecundity of the seeds that have
sprouted from our own small successes.
Let us surrender our life with calm, dignity, and gratitude for what
we’ve had, not dismay about what is passing.
Until then
let reverence be our guide to becoming citizens for the new age of Earth.
Even if we don’t let all of these things happen, let them happen anyway.
–Paul Fleischman, from his poem “Resolutions For Citizens of the New Age of Earth.” in his book You Can Never Speak Too Often For the Love Of All Things. [Photo by Ramnath Chandrasekhat from the Hidden Wonders of the Forest ]
Earthling Opinion 